Algo que ralla nuestras vidas …
resultan ser, … las expectativas.
Todos tenemos expectativas; todos realizamos
constantemente “cálculos estimados” … por ejemplo, si voy siguiendo un trayecto
a una determinada velocidad y quiero estimar cuándo me aproximaré u otro
interfiera con mi trayecto … Así en los
aprendizajes (todo aprendizaje requiere un cálculo de esfuerzo, recursos y tiempo)
hemos de controlar los factores que nos afectan, ya los externos, como los
internos-emocionales.
Los Externos son los más tratados y
evaluados; me centro en los emocionales porque son los que calladamente interfieren
sobre los “externos” que cuales enzimas, aceleran o frenan los procesos
explícitos del aprendizaje –desde los “implícitos”-. Los implícitos requieren ser controlados por
“contaminadores” … e interferentes … en el que hemos de advertir el “efecto
Pigmalión” y el subsiguiente <<enredo-nudo gordiano>> de “las
profecías autocumplidas”.
Los efectos “Pigmalión y Galatea”,
éstos de, cómo la proyección de los deseos … así la imagen construida de uno
mismo o sobre el otro. Como la percepción del otro, influye y condiciona la
construcción de nuestra autoimagen y autoconcepto, pero también en el facto de
modelar y moldear configurando, iluminado o apagando, zonas de desarrollo
potencial en uno mismo o en los demás.
Este juego que establecieron los
personajes referidos los reproducimos constantemente los padres con los hijos,
profesores con alumnos y alumnos recíprocamente, también los enamorados en sus
juegos de flirteo …
En este cálculo, en estas expectativas
estamos inmersos constantemente, respecto de nosotros, respecto de los demás y
de éstos empezando por nuestros más “nuestros”. Tanto las altas expectativas
como las bajas, juegan afectando las posibilidades de crecimiento y desarrollo.
Prácticamente todos crecemos en este mar donde hemos de sobrevivir, … entre los que nos caen bien o los que nos
asfixian. En este palco, los educadores, tanto ya padres-profesores-tutores
juegan un importante papel animando o denigrando los esfuerzos y talentos
empleados por los pupilos.
Y más, en este juego de las
expectativas entra, en la economía de esfuerzos, también la frustración.
Nuestra labor en esta “empresa educativa pública” ha de pretender generar unas
expectativas o propósitos a lograr, pero también tiene que ser muy consciente
de no frustrar las capacidades que en juego entran porque en esta dinámica
tiene que haber una activación, pero también tiene que haber unos logros
conseguidos, una satisfacción.
Y es que hemos de andarnos advertidos:
Toda información-declaración corre el peligro de la exageración (incurriendo en
la desinformación) La propaganda se basa en la sobreinformación-magnificación,
y por tanto, en la fractura de la ecuanimidad en la transacción, incurriéndose
en neto fraude.
Todos hemos de realizar un esfuerzo
por controlar lo que decimos, las expectativas pueden desembocar en fiasco. …
Quizás pudiera sonar demasiado etéreo, demasiado ajeno, pero me gusta recordar
los versos de nuestro poeta esencial León Felipe “… para enterrar a los muertos
cualquiera vale, cualquiera menos el sepulturero … viéndole como cantaba y cavaba al mismo
tiempo …” Huyamos de la educación manida “como del sacristán relatando sus
rezos” …
¡Que nunca nuestras expectativas nos sean fallidas ni nieguen esperanzas
a quienes anhelan vivir la vida!
Y … ya por último, un ligero apéndice para concluir:
Por no dejar todo entre mitos, pasemos a los
cuentos … Recordando la obra de Carlo Collodi, <Pinochio>, éste, otro
“artilugio” creado del sueño del deseo… en el que siendo el hada-imaginación quien,
tras la forma, y con esa “psicomotricidad articulatoria y relacional”, entrar
en contacto con el entorno. Y con la socialización, la interiorización de las
experiencias, poder acceder a ese despertar que la educación alienta y espabila
posibilitando acceso a la vida humana integra.
Así si bien, las expectativas, propaganda e
instrucción permiten crecer, serán las experiencias socializadoras “aprendiendo
a salir del fracaso” las que nos terminan por “hacernos”. ES LA INTERACCIÓN
IGUALITARIA DE OPORTUNIDADES*, Y NO SOLO LA INSTRUCCIÓN LA QUE PERMITE LA
DIMENSIÓN HUMANIZADORA.
*DE AQUÍ QUE LA EDUCACIÓN REQUIERA DE LA
INTEGRACIÓN-COHESIÓN-COMPENSACIÓN EN UN CLIMA DE RESPETO-ACUERDOS-COMPROMISO Y
TOLERANCIA**, POSIBILITANDO ESPACIOS DE CRECIMIENTO PERSONAL PARA TODOS Y CADA
UNO.
**por ello una tolerancia paciente y
constructiva, que no sea cómplice con injusticias.
Desde la observación y la experiencia, Rafael Parejo Herrera